Descripción
1. INTRODUCCIÓN: CONSIDERACIONES GENERALES
Aunque con frecuencia no es posible eliminar por completo el dolor del cáncer o controlar los síntomas que lo acompañan, el uso apropiado de las terapias disponibles puede aliviar eficazmente a la mayoría de los pacientes. Por tanto, un manejo óptimo del dolor necesita de una evaluación individualizada y sistemática de los síntomas basándose en la situación clínica y deseos del paciente, con el objetivo de maximizar la función y la calidad de vida. La valoración multidisciplinar por parte de los especialistas implicados para establecer la secuencia de los tratamientos, es realmente importante para que no se pierda ninguna opción terapéutica y los resultados sean los más favorables. Cada vez son más los grupos, reuniones y congresos que se han organizado para establecer guías y protocolos de actuación para el abordaje del dolor oncológico. La finalidad de un tratamiento paliativo debería ser conseguir el alivio de los síntomas con la menor toxicidad y en el menor tiempo posible. El paciente metastásico es un paciente frágil con mayor predisposición a complicaciones secundarias a los tratamientos, en ocasiones dependiente de otras personas y al que se le deben evitar estancias hospitalarias siempre que sea posible. El tratamiento con RT cumple todos estos requisitos, mejorando la eficiencia incluso de otras armas terapéuticas. Es un tratamiento que se puede realizar de forma ambulatoria, con mínimos efectos secundarios, obteniendo resultados en los días siguientes a la administración del mismo. Permite además su administración en diferentes localizaciones e incluso de manera repetida (6).
El principal objetivo de la RT paliativa va a ser la paliación de síntomas, por lo que se deberá indicar en presencia de alguno de ellos (dolor, disfagia, disnea…). Hay que destacar además, que la existencia por si sola de metástasis diagnosticadas por una prueba de imagen (TAC, PET, gammagrafías…) no debe implicar la realización de un tratamiento de RT. Sin embargo, en ocasiones se puede plantear de manera preventiva aún en ausencia de síntomas, por ejemplo, cuando se suponga que el cáncer en su evolución pueda generar síntomas importantes como un síndrome de vena cava superior, compresión medular, fractura ósea… En estos casos la RT va a prevenir la aparición de estos eventos. La RT actúa produciendo ionizaciones que van a ocasionar daño en el DNA de las células, lo que conduce a la muerte celular o apoptosis. La intención de la RT paliativa es “reducir” el tumor lo suficiente como para que los síntomas desaparezcan, por lo que las dosis que se utilizan van a ser menores que en los tratamientos que se realizan con intención radical. Existen múltiples esquemas de RT paliativa pero los utilizados clásicamente son tratamientos de 10 fracciones (30 Gy) y de 4-5 fracciones (20 Gy), administrando una fracción por día (7,8). Sin embargo, conscientes de la importancia del factor tiempo en estos pacientes, se han analizado diferentes esquemas de RT llevándose a cabo estudios fase III que confirman que los tratamientos más cortos obtienen los mismos resultados que aquellos que utilizan un mayor número de fracciones, con una tolerancia similar. En relación al dolor, por ejemplo, destacar el Bone Pain Trial que compara una sesión única de 8 Gy vs 20 Gy (en 5 fracciones) vs 30Gy (en 10 fracciones), no objetivando diferencias en respuesta, supervivencia ni efectos secundarios, por lo que se concluye que la dosis única de 8 Gy es el tratamiento de elección en esta situación. Se consigue de esta manera una optimización excelente del resultado terapéutico con el tiempo de tratamiento. Los tratamientos de RT se realizan en los Servicios de Oncología Radioterápica cumpliendo medidas de seguridad y controles de calidad que están regulados por ley. Los avances tecnológicos que se han desarrollado en los últimos años han permitido un salto cualitativo que permite tratamientos radioterápicos de mayor precisión, con mayor control de los efectos adversos y mayor coste-efectividad (Figura 1).