Capítulo 5. Unidad de Tratamiento del Dolor

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1. ORIGEN DE LAS UNIDADES PARA EL TRATAMIENTO DEL DOLOR

Durante la primera mitad del siglo XX, algunos grupos de anestesiólogos comenzaron a utilizar los bloqueos neurológicos para tratar el dolor crónico neurogénico o de origen oscuro (1). Muchos autores interpretan aquellas “unidades de bloqueo” como los primeros antecedentes históricos de las unidades para el tratamiento del dolor (2). Pero cuando realmente se introduce el enfoque multidisciplinar en el dolor crónico, es a raíz de la experiencia de John J. Bonica con las secuelas dolorosas de los heridos de la segunda guerra mundial (3). Sus planteamientos marcan el punto de partida en la atención especializada para la valoración y el tratamiento del dolor (4). Ya nadie cuestiona que el enfermo con dolor crónico requiere una atención personalizada. Sin embargo, a esta conclusión no se ha llegado de forma rápida, sino tras muchos años de desinterés y abandono de estos pacientes. Tampoco ha sido fácil concienciar a las administraciones públicas de la necesidad de una asistencia especializada en este campo y a pesar de haber caminado un largo trecho, aún siguen existiendo trabas y reticencias en algunos ámbitos sanitarios de nuestro país. Uno de los grandes aciertos del doctor Bonica fue la creación de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), en cuyo esqueleto se han ido apoyando multitud de asociaciones nacionales y territoriales. La IASP ha fomentado la creación de centros interdisciplinares y ha facilitado la creación de núcleos de conocimiento contrastados, capaces de fomentar la utilización de protocolos y vías clínicas comunes. Además, ha desarrollado comisiones específicas para analizar en profundidad temas de gran implicación socio-sanitaria. En los últimos años la IASP ha dado un impulso importante a sus respectivos capítulos, constituyendo en la actualidad y de forma indiscutible el foro de encuentro común para la gran mayoría de los profesionales interesados en el estudio y tratamiento del dolor.

Con el desarrollo de estos conceptos se ha creado una auténtica revolución sociosanitaria en la atención del enfermo con dolor crónico y desde sus fases iniciales esta nueva visión del enfermo ha gozado de gran repercusión pública e institucional. En pocos años se ha producido un creciente interés por el dolor y su tratamiento, constituyendo un nuevo desafío tanto para los clínicos y administradores sanitarios como para los científicos que en los dos últimos decenios han multiplicado sus investigaciones básicas en este campo. El origen multifactorial del síntoma ha modificado la tendencia inicial desde el tratamiento unidisciplinar hacia un enfoque multidisciplinar, que aporta una mayor rentabilidad y efectividad clínica y económica por la formación de equipos capaces de mejorar la orientación diagnóstica y terapéutica del dolor a través de una visión coordinada por distintos especialistas. Aunque este concepto es históricamente próximo, en los últimos años está recibiendo un importante empuje institucional y en su puesta en práctica tratan de reforzar su filosofía inicial. Nos referimos a la reciente tendencia administrativa a la acreditación de las instalaciones donde trabajan estos equipos, de tal forma que se garanticen unos requisitos mínimos para acometer el cuidado que requieren estos pacientes. Algunos territorios de Estados Unidos exigen dicha acreditación a través de una comisión estatal creada al efecto; esta comisión ha establecido unas condiciones mínimas, dictadas por la American Pain Society, que son imprescindibles incluso para que los enfermos atendidos en estas unidades puedan percibir indemnizaciones laborales. La Sociedad Española del Dolor (SED), capítulo de la IASP, trabaja actualmente en un documento similar que permita acreditar las unidades existentes en nuestro país según los estándares que se aplican en el resto del mundo.

2. DESARROLLO ACTUAL DE LAS UNIDADES EN ESPAÑA

A nadie escapa que la implantación de estas unidades en España ha estado condicionada por situaciones económicas y sanitarias muy distintas a las existentes en los Estados Unidos y por lo tanto el concepto ideal de equipos multidisciplinares dedicados específicamente al estudio y tratamiento del dolor se ha tenido que modificar notoriamente. El doctor José Luís Madrid Arias tras su estancia con el doctor Bonica en USA, importó sus criterios que se vieron cristalizados en 1982 con la creación de la primera unidad piloto para el Estudio y Tratamiento del Dolor en el Hospital 12 de Octubre de Madrid (4). En esta unidad se han formado numerosos especialistas que hoy dirigen unidades en distintos puntos del país. Sin embargo, la composición de equipos multidisciplinares dedicados específicamente al tratamiento del dolor, no contó con los apoyos económicos y estructurales necesarios y ha sido el esfuerzo personal y la iniciativa de los propios especialistas, lo que ha permitido que España cuente hoy día con una gran red pública y privada de unidades que alcanza a casi todos los rincones del país. A pesar del entusiasmo y dedicación de los profesionales, la administración sanitaria española no ha correspondido con este esfuerzo y ha dedicado una atención mínima a la formación de estos equipos. En la mayoría de los casos, los gestores sanitarios se conforman con la utilización de pequeños espacios sin ninguna infraestructura y con el trabajo a tiempo parcial de especialistas que se ven obligados a compartir su labor habitual con la de la atención al dolor crónico, con el consiguiente deterioro de la imagen de su labor asistencial. Para cambiar esta situación es imprescindible sensibilizar a la administración sobre las posibilidades reales de mejora de estos pacientes y según estos datos exigir que se dedique una mayor atención a las unidades del dolor y que se las dote con los medios materiales y humanos necesarios para cumplir con su cometido.

No existe un directorio que permita cuantificar de forma precisa el número y las características de las unidades existentes en este momento en nuestro país, pero según cálculos aproximados se cree que existen entre 75 y 90 unidades, la mayoría ubicada en centros públicos. La SED trabaja actualmente en la confección de dicho directorio. No todas las unidades disfrutan de la misma estructura ni cuentan con los mismos medios diagnósticos y terapéuticos, por lo es necesario además de conocer su número, establecer algún sistema de identificación de los diferentes niveles de dotación y agrupar las unidades según las posibilidades asistenciales para estudiar y tratar a los pacientes con dolor.