Descripción
1. LA MEDICINA PALIATIVA Y EL FINAL DE LA VIDA
· Falta de posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico;
· Aparición de numerosos problemas o síntomas intensos, múltiples, multifactoriales y cambiantes;
· Pronóstico de vida inferior a los 6 meses;
· Gran impacto emocional en el paciente, familia, y equipo terapéutico, muy relacionado con la presencia, explícita o no, de la muerte;
· Reafirmar la importancia de la vida, considerando a la muerte como un proceso normal;
· Establecer un proceso que no acelere la llegada de la muerte ni tampoco la prorrogue;
· Proporcionar alivio del dolor y de otros síntomas angustiosos;
· Integrar los aspectos psicológicos y espirituales del tratamiento del paciente;
· Ofrecer un sistema de apoyo a los pacientes para que puedan tener una vida lo más activa posible hasta que sobrevenga la muerte;
· Ofrecer un sistema de apoyo a la familia para que pueda afrontar la enfermedad del paciente y sobrellevar el período de duelo;
Los C.P. se aplican por el bienestar que producen no sólo en el cáncer sino cada vez más en las fases avanzadas de las enfermedades no oncológicas, porque en ellas existe también una progresión indudable del sufrimiento hasta la muerte que puede producirse en cualquier agravamiento (10-12) (Tabla 1). El tiempo de supervivencia estimado no debe ser el único criterio para incluir a un paciente en un programa de cuidados paliativos y podría ampliarse a la presencia de una situación de gravedad con sufrimiento no aliviado. Muchos de estos pacientes crónicos han sentido la muerte cercana y tienen su cabeza llena de dudas y temores y, si bien guardan la esperanza de que su salud no se deteriore más, comparten el reconocimiento de que la muerte a corto plazo es inevitable. Si vemos una tendencia a la irreversibilidad en sus patologías ¿por qué no preguntarnos si nos sorprendería si nuestro paciente fallece en los próximos doce meses? Si la respuesta es positiva, trabajaremos para buscar su bienestar y que tenga una buena muerte, en vez de sólo hacer el seguimiento del descenso de las capacidades vitales hasta que llegue. La aceptación de la paliación no está reñida con el tratamiento activo pero abre las posibilidades de utilizar otras medidas terapéuticas como la morfina para la disnea, dolor, etc., además de las habituales, que sin interferir con el pronóstico vital alivien el sufrimiento y mejoren su calidad de vida y que la muerte cuando llegue, que sea confortable y con dignidad. La terminalidad con los C.P puede ser un periodo positivo a la familia para ayudar al enfermo a sentirse mejor, reencontrarse, arreglar sus asuntos pendientes y mostrarle afecto. Diversos estudios han demostrado que los C.P. pueden conseguir que los pacientes permanezcan más tiempo en casa y a la vez que dan más satisfacción al enfermo y a la familia, reducen la intensidad del duelo y del estrés postraumático entre sus miembros (1,4,13) (Figura 1) (14).